Exposición Fotográfica

Exposición Fotográfica
Siberia: La Taiga

enero 11, 2007

Sueño… o ¿Pesadilla?

Después de tomar mi cena, me acuesto en el sofá a ver una película en el televisor de la sala. No es muy común que haga algo así, pero se sabe que siempre hay cambios en la vida de una persona, por insignificantes que estos sean.

El hipnótico efecto de una película floja y la comodidad del sofá, se conjugan para que dormite, siempre abriendo un ojo para ver por donde va la película, esperando el clímax de esta o el final de la misma y exclamar “¡Lo imaginaba…!”

Luego de un tiempo, desisto de tan larga espera y decido ir a dormir de verdad. En el pasillo que separa la sala del área de habitaciones del piso, siento que el ancho de esta es menor. No presto mayor atención, ya que asumo el cansancio visual como mayor responsable de este efecto.

Veo la lámpara de aplique en una perspectiva diferente, cuando siento un extraño roce en mi pierna derecha. Al bajar la mirada, observo las paredes más estrechas en esa área. Intento devolverme por el pasillo, preso del pánico, y al volver la vista atrás, observo el pasillo mas largo y estrecho, perdiéndose en un minúsculo punto en la distancia y poco a poco cerrándose más y más. Alcanzo a pensar en seguir adelante, mas por acto reflejo, supervivencia quizás, evitando ser devorado por las paredes del corredor.

El pasillo que conduce a las habitaciones, tiene forma en “L”. En el primer tramo, al lado izquierdo se encuentran dos habitaciones. Luego, en el segundo tramo en centro, también a la izquierda, se encuentra el lavabo y al fondo del pasillo, centro y derecha, se encuentran las últimas dos habitaciones. En mi carrera por liberarme de la devoradora pared, paso frente a la primera habitación que corresponde al estudio, donde mi hermano esta trabajando en su ordenador. Me vio pasar y me saludo con el típico saludo de despedida “– Buenas Noches, hasta mañana, que descanses”. No entro en la habitación, me despido con la mano, y sigo. ¿Por qué no entré? Quizás el subconsciente estaba en automático y seguí mi rutina, aunque estuviese asustado por mi desgracia.

Al llegar al fondo del primer corredor, veo la cesta con el pan de Salvador Dalí que me ataca. No es que aparece una boca con afilados dientes en forma amenazante, solo que la misma expansión de todo lo que me rodeaba hacia que hasta el cuadro participara del evento. Cerré mis ojos, camine con velocidad tocando la pared sintiendo su textura y la forma como poco a poco me iba comiendo, hasta que llegue al codo, donde cruce a la derecha del corredor, esperando lo peor. Esperando que terminara de cerrarse el camino y mi vida. Abrí los ojos para aunque sea disfrutar de mi propia destrucción, y veo que todo esta como debe ser, la pared detrás y delante de mí en perfecta cuadratura, el pan dentro de su cesta, la puerta en perfecto ángulo recto con el piso…

Mi Corazón, aun desbocado, decido darle una pausa para normalizar su pulso. Busco la pared para también descansar las piernas que aun me temblaban al igual, de querer quitarme ese sabor metálico característico de un ataque salvaje de adrenalina que sentía en mi boca. Al solo apoyar el cuerpo en la pared, simplemente fui devorado por la misma sin tener tiempo de reaccionar. Cuando caigo en mi, me encuentro en la habitación contigua al área del pasillo donde estaba antes parado. Extrañado por tan inusual cambio, compruebo que mi cuerpo esta en orden, mi respiración aun buscando la calma de un ritmo cardiaco normal, mis piernas ya no temblaban. Aun sentía el sabor metálico de la adrenalina en mi boca, y un poco acrecentado por la sorpresa del cambio.

Al ver que no estoy en un lugar desconocido, termino de calmarme, buscando darle sentido a la forma como llegue ahí. Busco el picaporte de la puerta para abrir la misma y salir del cuarto de baño, cuando siento, o mejor dicho, no siento el picaporte. Mi mano lo atravesó como si fuera un dibujo en perfecta simulación tridimensional. Hago el intento por segunda vez, pensando que simplemente mi mano no llego hasta la puerta, pero siento la misma ausencia en mi mano que en el primer intento. Cierro los ojos pensando que estoy viviendo una alucinación, pero al abrirlos, intento por tercera vez la misma operación, con los mismos resultados. Me acerco al espejo, y busco con mis manos en forma mecánica la llave de agua del lavabo y estas, de nuevo se pierden en el vacío.

Ya preocupado y maravillado, intento coger el cepillo de dientes, el peine, la pasta dental, el perfume, todo con la misma suerte. Curiosamente, puedo tocar las puertas, el lavabo, el espejo, como si estuvieran clavados ahí. Empiezo a pensar y analizar el porque de este tan extraño acontecimiento y llego a la conclusión, que mi mundo por una extraña razón que desconozco, no esta en orden. Las cosas móviles son espejismos, las inmóviles se mueven. Pienso que es parte de un macabro plan de la casa para no dejarme salir, y me hace ver cosas que no existen. Solo juega con mi mente para terminar de volverme loco. Me sonrío y miro en el espejo, observando la cara de un hombre asustado con una tonta sonrisa en la cara, lo que me produce reír a carcajadas. Al calmarme, no escuche mi eco. Pienso en voz alta y retumbo en mi mismo. Emito un grito. Más que un grito, es un alarido de desesperación, pero no escucho ningún eco. “Ya me volví completamente loco” pienso. El eco esta dentro de mi, yo soy mi propio interior, solo veo mi interior, pero ¿donde esta mi exterior? ¿Será que soy la casa? ¿Será que yo sólo quiero tragarme y consumirme en mi mismo sin dejar nada para nadie? Pero yo no quiero salir. Quiero quedarme en mi casa que me gusta tanto. Sonrío de Nuevo y de forma inconsciente e intuitiva, me acerco a la puerta del lavabo y abro la puerta. La puerta no tiene picaporte. Esta se abre sola con solo un pequeño empujón de mis manos. Ya mas calmado, quizás por los gritos de pánico, la risa histérica, la locura que me consume, espero encontrarme con mi cama en el centro de la habitación, pero ya estoy sentado en ella, con mi pijama puesta, la respiración acelerada sudando frío.

Son las tres de la mañana. Me incorporo de la cama, y con algo de miedo, me acerco al lavabo, paso por la puerta sin ofrecer resistencia, enciendo la luz, y tomo el peine y empiezo a peinarme. Me río de lo tonto de la acción. Peinarse a las 3 de la mañana, con el pijama puesta, una legaña sobre el ojo izquierdo, pero el pelo liso y bien peinado. En este momento me detengo a pensar que pude coger el peine. Sorprendido, cojo el cepillo de dientes, la crema dental, me lavo los dientes, abro y cierro la llave del agua como si fuese un joystick. Si me hubiesen visto en este momento, pensarían “pobre hombre, se ha vuelto loco”. Lo único que hacia, era demostrar mi felicidad. Simplemente descubrí que había vivido un sueño.